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Eludió una sentencia de muerte de la mafia mexicana durante 26 años; hasta que se le acabó la suerte

A guard looks on from watchtower at Pelican Bay State Prison
Una torre de vigilancia en la prisión estatal de Pelican Bay, en Crescent City, donde Donald ‘Little Man’ Ortiz se unió a la mafia mexicana.
(Mark Boster / Los Angeles Times)

La muerte tardó 26 años en alcanzar a Donald Ramón Ortiz.

El integrante de la mafia mexicana fue expulsado de la organización criminal a mediados de la década de 1990 después de enfurecer a otros miembros que, decidieron, debía ser asesinado. Durante el siguiente cuarto de siglo, mientras circuló por las cárceles del condado, las prisiones estatales y breves períodos en la calle, el hombre llevó un objetivo en la espalda.

Él sabía que estaba ‘marcado’. Las autoridades también. Siempre que descubrían una confabulación para matar a Ortiz o cuando lo atacaban en la cárcel, se ofrecían a protegerlo. Su respuesta era siempre la misma: “puedo cuidarme solo”.

Hasta que el mes pasado, un sujeto se le acercó y le disparó una bala en la cabeza, dejándolo morir en las calles de Chino. Tenía 59 años.

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El ascenso y la caída de Ortiz en la mafia mexicana cuenta una historia más amplia sobre un sindicato que, a través de una mezcla de crueldad y astucia comercial, llegó a dominar las prisiones de California y muchas de sus pandillas callejeras. Su asesinato ilustra cómo los desaires y las traiciones dentro de sus filas, algunas percibidas, otras reales, han impulsado muchas decisiones tomadas sobre la desleal trayectoria de la organización criminal de origen mexicano. Con la mayoría de sus integrantes en prisión de por vida y con tiempo de sobra para alimentar viejos rencores, las determinaciones reverberan a lo largo de las décadas, eclipsando a aquellos, como Ortiz, que tal vez pensaron que podrían vivir más allá del alcance de la agrupación o sobrevivir a su memoria.

Ortiz, conocido en la calle como ‘Little Man’ (hombrecito), tenía 13 años cuando se unió a una pandilla local, los Whittier Varrio Locos, según los registros judiciales. Su vida como criminal comenzó incluso antes. A los 11, señala el informe de libertad condicional, él y dos compañeros azotaron a alguien con un cinturón y le ordenaron que los llevara a su apartamento, donde le robaron una grabadora de ocho pistas. Ortiz fue arrestado y declarado bajo tutela del tribunal.

El asalto fue el primero de una serie de delitos que Ortiz cometería siendo menor de edad, según muestra el reporte. También fue atrapado dentro de un Volkswagen robado inhalando vapores de solventes para drogarse cuando tenía 12 años. Al año siguiente, él y otro niño le arrebataron el bolso a una mujer a punta de cuchillo. Ocho meses después, ‘Little Man’ y sus amigos se negaron a marcharse de un Jack in the Box y se pelearon con los policías que fueron llamados al restaurante.

The allegation that a Glendale detective betrayed his associate and arranged a 2016 attack remains unproven.

A los 19 años, fue declarado culpable de homicidio involuntario y cumplió cuatro años de una sentencia de siete. Después de ese período tras las rejas, la policía lo encontró portando un arma y lo enviaron a la Cárcel Central de Hombres del Condado de Los Ángeles en 1986. Fue allí donde a Ortiz le dieron un trabajo que aceleraría su ascenso en la mafia mexicana y pondría la base para su caída.

Danny ‘Kojak’ Deavilla era un integrante de la mafia mexicana del noreste de Los Ángeles, pero había caído en desgracia en la organización y sobrevivió cuando fue apuñalado en prisión unos años antes. Cuando Deavilla ingresó en la cárcel, dos miembros de dicha agrupación criminal le ordenaron a Ortiz que lo matara, según un exmiembro de ésta que habló con el Times bajo condición de anonimato.

Donald Ortiz fue asesinado el 19 de noviembre de 2021 en Chino, CA.
Donald Ortiz, aquí en una fotografía sin fecha del CDCR, fue asesinado el 19 de noviembre de 2021 en Chino, CA.
(California Department of Corrections and Rehabilitation)

Le entregaron a ‘Little Man’ un cuchillo de cocina robado del comedor del personal de la cárcel. Deavilla fue asesinado a puñaladas y Ortiz informó a los hombres que le dieron la orden de que la había cumplido, comentó el exintegrante. Tenía 23 años.

Por matar a Deavilla, a Ortiz se le dio la bienvenida en las filas de la mafia mexicana, agregó la fuente. Las autoridades confirmaron que se unió al grupo unos años más tarde, en 1989, mientras estaba en la prisión estatal de Pelican Bay, en ese entonces una instalación de máxima seguridad recién construida a una docena de millas al sur de la frontera de Oregón, según los registros revisados por The Times.

La mafia mexicana nació en el sistema penitenciario del estado de California a finales de la década de 1950. Los pandilleros latinos del sur del estado se unieron para protegerse contra los presos de otras razas y las bandas latinas del norte. Llegaron a controlar el tráfico de drogas y otros negocios ilícitos dentro de las cárceles, ordenando ataques a los internos y al personal penitenciario que se cruzaba con ellos.

Federal authorities on Wednesday capped a sweeping investigation into the Mexican Mafia with criminal counts against dozens of the organization’s members and foot soldiers, saying the charges were a bid to disrupt the gang’s control inside Los Angeles County jails.

Con el tiempo, la organización aprovechó este control sobre el sistema criminal para dominar las pandillas callejeras latinas en el sur de California y el Valle Central del estado. Dichos grupos deben pagar “impuestos”, ya sea una tarifa fija mensual o un porcentaje de lo que obtienen de la venta de estupefacientes, robos y otros delitos. Aquellos que se niegan a hacerlo son marcados; se les ataca o aniquila.

Las autoridades estiman que solo existen unos 140 miembros de la mafia mexicana. Dependen de una red de asociados, dentro y fuera de la prisión, para recaudar impuestos a las pandillas y los traficantes de drogas, transmitir mensajes y llevar a cabo golpizas, apuñalamientos y tiroteos.

En 1995, una docena de mafiosos mexicanos se reunieron en la habitación de un motel en el Valle de San Gabriel para hablar de negocios. Entre los temas que discutieron estuvo Ortiz.

Uno de los hombres allí era un informante que trabajaba para un equipo de agentes del FBI y detectives del sheriff del condado de Los Ángeles, que habían manipulado la habitación con cámaras ocultas. Así, escucharon y vieron cómo los sujetos acusaban a Ortiz de “faltarle al respeto” a la mafia mexicana y decidieron que debía morir por la transgresión, según las pruebas presentadas en un juicio por crimen organizado, años después.

Se corrió la voz de que ‘Little Man’ había mentido sobre el asesinato que le valió un lugar en la organización, afirmó el exintegrante. En lugar de matar él mismo a Deavilla, le había pasado el cuchillo a otro recluso que tenía el mismo apodo: Tommy ‘Little Man’ Moreno, de la pandilla Echo Park. Después de que Moreno apuñaló a Deavilla hasta causarle la muerte, Ortiz se atribuyó el mérito, dijo el expandillero.

Samuel Villalba, a longtime member of the Mexican Mafia who had fallen out favor with the prison gang, was shot to death Sunday in Long Beach, according to the police and law enforcement sources.

El engaño se conoció cuando Moreno fue acusado de asesinar a Deavilla junto con Ortiz, declaró la fuente. Los registros judiciales muestran que Moreno se declaró culpable de homicidio voluntario y fue sentenciado a 11 años de prisión. ‘Little Man’, mientras tanto, se dijo responsable de ser solo un cómplice y fue condenado a dos años, según muestran los informes. “Lo hicieron por su engaño”.

Ortiz también había hecho enojar a Daniel ‘Cuate’ Grajeda, el miembro de la mafia mexicana que había respondido por él y patrocinado su inducción, relató el expandillero. Grajeda había ordenado un ataque a Ortiz, creyendo que su antiguo protector le había robado un automóvil y algunas drogas, según la fuente y otro desertor que habló con Leo Duarte, un funcionario retirado del Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California que investigó a ese grupo criminal durante décadas.

Richard Valdemar, un sargento del sheriff retirado del condado de Los Ángeles que investigó la confabulación para matar a Ortiz, destacó que la estructura horizontal de la mafia mexicana -en teoría, todos los miembros tienen el mismo nivel- se presta al tipo de “politiquería” que llevó a la expulsión de ‘Little Man’.

“Como no hay jerarquía -no hay presidente o líder-, si no te agrada alguien, puedes empezar a hablar mal de él, y si logras consenso, puedes sacar a esa persona”, explicó Valdemar.

Matar a Ortiz sería difícil. Estaba encerrado en una cárcel del condado de Los Ángeles y las autoridades lo habían trasladado a un ala de custodia protectora después de monitorear las reuniones de la mafia mexicana en las que los integrantes discutían los errores de ‘Little Man’.

Uno de los hombres en la habitación del motel, David ‘Smilon’ Gallardo, propuso un plan, según registros judiciales. Un asociado de la mafia mexicana que enfrentaba cargos criminales en la Corte del condado de Los Ángeles citaría a Ortiz como testigo. Cuando llevaran a ‘Little Man’ al juzgado y lo colocaran en una celda de detención con otros pandilleros, el camarada de la organización lo mataría.

Jose Luis Loza of Whittier is sentenced after a trial that served as a window into arguably Southern California’s most powerful criminal organization.

Los artífices de la conspiración para asesinar a Ortiz fueron detenidos antes de que pudiera llevarse a cabo. Condenados en un tribunal federal por asesinato, extorsión y otros delitos, la mayoría alcanzó cadena perpetua.

Dos años después de la reunión en el motel, mientras ‘Little Man’ estaba nuevamente detenido por violar su libertad condicional, fue golpeado y apuñalado en el patio de ejercicios de la prisión estatal en Chino. Las autoridades sospecharon que un integrante de la mafia mexicana había ordenado el ataque, según registros policiales.

Ortiz hizo caso omiso de los llamamientos de las autoridades para renunciar a sus vínculos con el hampa y aceptar sus ofertas de protección, recordó Valdemar. “Él decía: ‘Si quieren venir por mí, que lo hagan’”.

La negativa de él a cooperar con las fuerzas del orden, a rebelarse contra una organización que se había vuelto en su contra, le valió una medida de respeto a regañadientes por parte del sargento. “De hecho, me gustó”, comentó Valdemar, “porque tenía agallas”.

Ortiz estaba de regreso en las calles en 2001 cuando tomó una decisión impulsiva que lo devolvería a la prisión por otros 13 años.

El detective del sheriff del condado de Los Ángeles, apuntando a un área de Whittier que había sufrido una ola de robos de automóviles, estacionó un Honda Accord 1998 verde en un callejón. Dejó las puertas abiertas y las llaves en el encendido, y se alejó. Ortiz se subió al auto y se fue.

Escondidas en el auto, las cámaras de video capturaron a Ortiz diciendo: “Me estoy robando este maldito auto”, según el testimonio en su juicio. Los detectives lo arrestaron poco tiempo después, con las llaves en la mano.

Duarte, quien habló con Ortiz luego de ser atacado en prisión, dijo que, aunque había sido expulsado de la organización, todavía se consideraba un miembro de la mafia mexicana, con toda la autoridad que ello implica.

Federal prosecutors on Thursday charged Michael Lerma with ordering the murder of an inmate at the federal Metropolitan Detention Center in downtown Los Angeles.

Robar un automóvil fue un crimen sorprendentemente de bajo nivel para él. Al año siguiente, un jurado lo declaró culpable.

Shelly Baron Torrealba, viceprocuradora de distrito, instó al juez a enviar a Ortiz a prisión durante el tiempo que la ley lo permitiera. En un memorando de sentencia, alegó que era el “principal sospechoso” de tres asesinatos ocurridos en los años 80 y 90 que permanecieron sin resolver porque los testigos no cooperaron.

Una de las víctimas, escribió Torrealba, era un hombre que anteriormente había tenido un hijo con la novia de Ortiz. Otro era una figura de la mafia mexicana asesinada en Whittier. El cuerpo del tercer asesinado había sido encontrado en Turnbull Canyon.

El abogado de Ortiz, Andrew Stein, calificó el memorando de la fiscal como “difamatorio”. “Le digo a la gente que hable con fundamento o mejor se calle, y lo digo con gran enojo”, comentó Stein en la Corte, según una transcripción de la audiencia. Ortiz “es tan estúpido que roba un automóvil a plena luz del día y queda registrado en una cinta de video”, añadió, “pero es tan inteligente como para haber cometido todos estos asesinatos a lo largo de los años sin que pudieran presentarle cargos”.

‘Little Man’ fue sentenciado a 13 años en la prisión estatal, más otros seis por posesión de armas en la cárcel en espera de juicio, según los registros judiciales y un portavoz del departamento de correcciones del estado.

Mientras Ortiz estaba en prisión, agentes federales y policías de Whittier estaban interceptando el teléfono de José ‘Cartune’ Loza, un miembro de la mafia mexicana recientemente liberado que operaba allí y sus alrededores en territorio que Ortiz había controlado antes.

Peter ‘Chavo’ Orozco, integrante de una pandilla local, le preguntó a Loza si conocía a alguien llamado ‘Jimbo’ y especuló que podría estar recaudando impuestos en nombre de Ortiz, según una declaración jurada escrita por el agente de Investigaciones de Seguridad Nacional que supervisó la escucha. Loza dijo que nunca había oído hablar de él.

Si ‘Jimbo’ de hecho estaba recaudando dinero para Ortiz, Orozco dijo que lo “golpearía” y “dispararía contra ese hijo de perra en cuanto lo viera”, según la declaración jurada del agente.

Debido a que ‘Little Man’ había perdido la aprobación de la mafia mexicana, el agente escribió, “cualquiera que afirmara cobrar en su nombre” probablemente sería agredido.

Después de que Ortiz fue liberado de prisión en 2019, se rumoreaba que había intentado operar en Chino, la ciudad de unas 90.000 personas en el extremo occidental del condado de San Bernardino, de acuerdo con un oficial de la ley que no estaba autorizado para discutir la situación y solicitó mantener el anonimato.

En octubre de 2019, Ortiz y otros dos hombres fueron arrestados en Chino y acusados de robarle una pistola a un tercero, según muestran los registros judiciales. ‘Little Man’ se declaró culpable de hurto mayor y fue sentenciado a un año y cuatro meses en la cárcel del condado.

Seis meses después de su liberación, fue arrestado nuevamente, esta vez por estar borracho en público. En un informe policial, su dirección figuraba como un apartamento del segundo piso en la cuadra del 5100 de Philadelphia Street.

El 19 de noviembre, la policía fue llamada a esa misma cuadra, a las 4:31 p.m. Ortiz ya estaba muerto cuando llegaron allí. Su cuerpo yacía en la calle; era la tercera persona asesinada este año en Chino.

Un testigo le dijo a la policía que un hombre delgado, de aproximadamente 5 pies y 9 pulgadas de alto y vestido con una chamarra azul, intercambió algunas palabras con Ortiz antes de dispararle una vez en la cabeza con una pistola, relató el sargento Jesús Jacquez, del Departamento de Policía de Chino. El sospechoso fue visto por última vez caminando hacia el sur a través de un complejo de apartamentos, añadió Jacquez.

Después del tiroteo, la policía cerró una escuela primaria al otro lado de la calle y estableció un perímetro, pero el tirador eludió la red. Sigue prófugo y debe considerarse armado y peligroso, dijo Jacquez.

A menudo es difícil para los exmiembros de la mafia mexicana aceptar que han perdido esa autoridad y deben vivir como “ciudadano anónimo”, dijo Ramón ‘Mundo’ Mendoza, quien desertó de la organización en la década de 1970. “Esa es su identidad”, dijo. “Ese es su estatus; ahora no son nadie”.

“Pero si entras en negación, porque no quieres renunciar a tu identidad, tu estatus, te estás suicidando”, agregó. “Cuando la mafia mexicana ya no te estima, no hay redención. No hay vuelta atrás de eso”.

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