Análisis de noticias: Biden convoca a la ‘cumbre por la democracia’ mientras el propio sistema corre peligro en EEUU
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WASHINGTON — El presidente Biden enmarcó su agenda de manera amplia como un esfuerzo que demostrará que las democracias del mundo pueden cumplir sus promesas.
Pero mientras se reúne con líderes de más de 100 países en una virtual “Cumbre por la Democracia”, este jueves, surgen preguntas cada vez mayores sobre la estabilidad de la propia democracia de Estados Unidos y la credibilidad de un presidente que hace proselitismo de valores que ya no parecen unir a su propio país, incluso mientras intenta fomentarlos en todo el mundo.
Reconociendo la incomodidad de que Estados Unidos sea anfitrión de un evento de este tipo cuando sus propias instituciones democráticas están siendo atacadas, un funcionario de la administración expresó a los periodistas que “el país se acerca a la cumbre desde un lugar de humildad”.
“La administración Biden-Harris dejó en claro que los esfuerzos para reforzar la democracia a nivel mundial comienzan trabajando de manera diligente y transparente para fortalecer los cimientos en casa”, afirmó el funcionario el martes, hablando bajo condición de anonimato como adelanto del evento.”Ninguna democracia es perfecta, incluida la nuestra”, agregó.
Al inaugurar la cumbre, el jueves por la mañana, Biden expresó esa misma humildad y enfatizó que preservar la democracia es “el desafío clave de nuestra época”, al tiempo que enmarca los dos días de reuniones como una oportunidad para varias naciones de que “cierren filas” y fortalezcan las instituciones democráticas.
“La democracia necesita de paladines”, expuso. “Aquí en Estados Unidos, lo sabemos mejor que nadie; renovar nuestra democracia y fortalecer nuestras instituciones democráticas requiere de un esfuerzo constante”.
Las pugnas de Estados Unidos, señalan los expertos, se remontan al tribalismo, el nihilismo y el autoritarismo que imbuyen al cuerpo político después de los cuatro años de Trump en el cargo, su derrota electoral y la subsiguiente campaña llena de falsedades acerca del ‘robo’ de las elecciones. Muchos de sus seguidores creen profundamente en esa mentira, que el exmandatario continúa difundiendo, lo cual profundiza las grietas en los cimientos democráticos del país.
Los republicanos en el Congreso, que temieron por sus propias vidas el 6 de enero cuando miles de partidarios de Trump superaron violentamente a la policía del Capitolio para detener la certificación del triunfo de Biden, volvieron rápidamente a adoptar una postura partidista sobre la insurrección, negándose en su mayoría a cooperar con una investigación del motín mortal, a la cual consideraron una caza de brujas política e incluso defendiendo a los insurrectos.
The attack on the U.S. Capitol has spurred global concerns about the future of democracy and what lies ahead as alliances are being challenged.
Al mismo tiempo, los legisladores republicanos en varios estados, utilizando las afirmaciones de fraude infundadas de Trump como pretexto, han aprobado leyes que restringen el acceso de los votantes y, en algunos casos, permiten a los legisladores estatales revertir los resultados electorales certificados por funcionarios electorales tradicionalmente no partidistas. Los demócratas no han podido montar una respuesta federal, limitados por mayorías muy reducidas y sin la unanimidad necesaria para eludir la regla obstruccionista que requiere 60 votos en el Senado para hacer avanzar la legislación.
“Estados Unidos perdió en gran medida algo de su autoridad moral en esto, en parte porque estamos divididos y somos disfuncionales como país, que nuestros propios líderes cuestionan la equidad de nuestras instituciones”, destacó Nate Persily, profesor de derecho constitucional en Stanford. “Cuando los líderes envían señales a sus seguidores de que la democracia está ‘amañada’, no es de extrañar que haya grandes franjas de la población que lo crean, lo cual puede derivar en violencia. Es una fórmula para la inestabilidad”.
Estados Unidos no es el único país que se enfrenta a tales peligros. Muchos de los representados en la conferencia de dos días son democráticos solo de nombre, y la administración ya recibió críticas por su confusa lista de invitados. La Casa Blanca invitó a países acosados por violaciones de derechos humanos (Pakistán) y liderados por aspirantes a autócratas (Brasil), mientras excluyó a otros (incluidos Hungría, miembro de la UE, y Turquía, aliado de la OTAN) donde las barreras democráticas se han derrumbado en los últimos años.
Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, comentó a principios de esta semana que la lista de invitados de la administración no buscaba transmitir un “sello de aprobación” de los países asistentes.
President Biden’s invitation for Taiwan to participate in his democracy summit draws the island deeper into the struggle between China and the U.S.
La democracia ha estado retrocediendo en todo el mundo durante años, una caída que se aceleró en medio de la pandemia de COVID-19 a medida que los ciudadanos, frustrados por la duración de la crisis, se sienten muy insatisfechos con las respuestas de los gobiernos, según una nueva encuesta de Pew Research.
La realidad actual está muy lejos del supuesto cambio inexorable hacia la democracia que muchos asumieron ocurriría después del final de la Guerra Fría, hace más de tres décadas. Según Freedom House, una organización no partidista con sede en Washington, que evalúa las condiciones democráticas en todo el mundo, en los últimos años se aceleró un declive global de las libertades que ya ha durado 15 años, y en los últimos tiempos se ha producido una caída vertiginosa en Estados Unidos.
Michael Abramowitz, presidente de Freedom House, consideró que la cumbre sobre la democracia fue un reconocimiento de la preocupante tendencia. “No hay duda de que hay problemas en Estados Unidos, pero es importante que Biden haga esto patente”, remarcó. “EE.UU sigue siendo la democracia más grande e influyente del mundo. Nadie más podría haber organizado esta cumbre con la asistencia de 100 países”.
El secretario de Estado, Antony J. Blinken, hizo referencia a los datos de Freedom House en un artículo de opinión de USA Today publicado el miércoles, explicando por qué la administración sintió la necesidad de celebrar la cumbre. “La democracia se enfrenta a un momento de ajuste de cuentas”, escribió. “Todos los gobiernos participantes asumirán compromisos concretos hacia tres objetivos: contrarrestar el autoritarismo, combatir la corrupción y proteger los derechos humanos”.
Después del evento, los líderes mundiales planean implementar iniciativas que refuercen los medios de comunicación libres e independientes, luchen contra la corrupción, defiendan elecciones libres y justas, fortalezcan a los reformadores democráticos y aprovechen la tecnología para la renovación democrática, destacó la Casa Blanca.
President Biden officially reaffirmed U.S. fealty to the transatlantic alliance at two global conferences Friday, seeking to regain allies’ trust.
Para Susan Stokes, directora del Centro para la Democracia de la Universidad de Chicago, la cumbre en sí fue “un reconocimiento del hecho de que la democracia está a la defensiva en todo el mundo”. Incluso si “es un poco performativa”, dijo, podría tener algún impacto.
“Un evento que genere imágenes para las audiencias de EE.UU y otros países donde se vea a un grupo de personas escuchando y hablando sobre los valores democráticos, puede marcar una diferencia en el sentido amplio de este impulso”, remarcó Stokes.
Brendan Nyhan, politólogo de Dartmouth y fundador de BrightLine Watch, un grupo que monitorea el estado de la democracia estadounidense, sugirió que fortalecer las asociaciones en torno a la causa de la democracia es una reacción pragmática a los movimientos autoritarios populistas que crecen en todo el mundo.
“Los conservadores [estadounidenses] están peregrinando a Hungría; los partidos de extrema derecha en Europa quieren ‘hacer que Austria vuelva a ser grande’; este es un movimiento internacional. No creo que la gente se dé cuenta de las alianzas que se han formado”, señaló Nyhan. “Es importante recordarle a la gente que la democracia no es un hecho”, continuó. “Solo nos convertimos en una democracia en toda regla con la aprobación de los derechos civiles, hace unas décadas. Y podríamos perder lo que hemos logrado. Es importante que todos en política recuerden que lo que hemos heredado no es fijo, no es un hecho y no necesariamente durará para siempre”.
El redactor del Times Noah Bierman contribuyó a este informe.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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